HOMOFOBIA
spot contra la homofobia
La homofobia es una enfermedad psico-social que se
define por tener odio a los homosexuales. La homofobia pertenece al
mismo grupo que otras enfermedades parecidas, como el racismo, la
xenofobia o el machismo. Este grupo de enfermedades se conoce con el
nombre genérico de fascismo, y se fundamenta en el odio al otro,
entendido éste como una entidad ajena y peligrosa, con valores
particulares y extraños, amenzadores para la sociedad, y -lo que es
peor- contagiosos.
La homofobia, como las demás variantes del fascismo,
prepara siempre las condiciones del exterminio. Pasiva o activamente
crea y consolida un marco de referencias agresivo contra los gais y las
lesbianas, identificándoles como personas peligrosas, viciosas,
ridículas, anormales, y enfermas, marcándoles con un estigma específico
que es el cimiento para las acciones de violencia política (desigualdad
legal), social (exclusión y escarnio públicos) o física (ataques y
asesinatos).
Mientras que a lo largo del siglo XX los movimientos
por la igualdad han conseguido importantes avances en los derechos de
otros colectivos estigmatizados o excluidos, como las minorías raciales o
las mujeres, la homofobia sigue perviviendo en la sociedad impunemente,
sin que haya una conciencia colectiva de su peligro. Muestra de esta
situación es que, por ejemplo, todavía en muchos países las relaciones
homosexuales están penalizadas, se escuchan chistes de mariquitas en los
medios de comunicación, lesbianas y gais son agredidos por bandas de
neonazis, se hacen redadas policiales en los locales de ambiente gais, y
sus derechos no están equiparados a los de las personas heterosexuales.
Todo el mundo recuerda que los nazis exterminaron a varios millones de
judíos; nadie recuerda que también exterminaron a cientos de miles de
homosexuales, y que tras la derrota nazi muchos de ellos siguieron en
prisión porque en Alemania (antes y después de la 2ª Guerra Mundial) la
homosexualidad era delito. A nadie se le ocurre hoy hacer un chiste
antisemita en la radio o en la televisión; en cambio, todas las semanas
escuchamos chistes homófobos en estos medios. ¿Por qué?
Porque aún no hay instrumentos suficientes para que
la homofobia sea nombrada, pensada, combatida con rotundidad. 1997 fue
el Año Europeo contra el racismo y la xenofobia, hubo cientos de actos
para concienciar a la sociedad contra estas variantes del fascismo; no
se celebró ningún acto contra la homofobia. La Real Academia se ha
negado a incluir el término "homofobia" en el diccionario, tras
solicitarlo varias veces distintos colectivos gais y antirracistas.
La homofobia tiene una larga tradición en la historia
de la humanidad, no tiene un origen único, ni una cabeza visible, ni un
objetivo, ni una razón histórica, está enraizada en diferentes
culturas, épocas, clases sociales, instituciones. ¿Cómo combatirla? He
aquí algunos frentes:
- Desde la infancia: los niños aprenden de lo que ven
y oyen. En un hogar donde los padres (o uno de ellos) son homófobos,
donde se escuchan comentarios o insultos contra los homosexuales, se
está fomentando la futura homofobia de los niños. Esto tiene dos graves
consecuencias para ellos: si el niño/niña tiene deseos homosexuales, se
verá traumatizado por ese ambiente hostil y será incapaz de poder asumir
con naturalidad su deseo; además -independientemente de su opción
sexual- estaremos criando a un futuro homófobo, y reproduciendo por
tanto un sistema fascista. Los padres deben tomar consciencia de esta
situación.
- Desde la escuela: la escuela es un lugar
fundamental de socialización y adquisición de valores; es imprescindible
introducir en las escuelas programas educativos tolerantes con las
diferemtes opciones sexuales y críticos contra la homofobia, y que los
docentes se comprometan en esa misma crítica.
- Desde el lenguaje: el lenguaje cotidiano está lleno
de expresiones homófobas, que traducen y legitiman ese estado de odio y
agresión: maricón, dar por el culo, bollera, tortillera, ir a tomar por
el culo, bujarrón, sarasa, moña... la riqueza del castellano en este
ámbito es casi ilimitada, fiel reflejo de nuestra igualmente rica
tradición homófoba. Hay que denunciar ese lenguaje, desenmascarando su
violencia interna, e incluir el término "homofobia" en el diccionario.
- Desde las instituciones: el Estado, el Ejército y
la Iglesia son tres instituciones tradicionalmente homófobas. El Estado
aprueba el matrimonio entre parejas de distinto sexo, concediendo unos
derechos legítimos a estos ciudadanos, y margina por razones de
orientación sexual a otras personas, lo cual es inconstitucional. El
Ejército persigue activamente a las personas homosexuales cuando están
bajo su jurisdicción, e inculca valores homófobos y machistas. La
Iglesia Católica, fiel a su histórica tradición de promotora de
exterminios, sigue atacando las relaciones homosexuales con
declaraciones agresivas, y promoviendo el odio hacia las personas
homosexuales. Lo mismo ocurre con la mayoría de las demás religiones del
mundo. Por tanto, hay que exigir a estas instituciones que abandonen
sus posiciones homófobas y que colaboren a erradicar la persecución
contra gais y lesbianas.
- Desde los movimientos sociales y políticos: los
grupos de crítica social, tradicionalmente identificados con el nombre
genérico de izquierda (socialismo, comunismo, anarquismo, etc), siempre
han dejado de lado el problema de la homofobia, cuando no han
participado activamente en ella (Castro, Stalin). Las ONGs antirracistas
tampoco han tomado conciencia hasta hace poco de la necesidad de
incluir el trabajo contra la homofobia como uno de sus objetivos. Los
grupos políticos conservadores siempre han estado a favor de la
homofobia (Reagan, Tatcher), financiando a grupos parafascistas
homófobos, o rechazando iniciativas legales de igualdad (Felipe
González, Aznar).
- Desde el mundo académico-científico: el discurso
médico tomó el relevo en el siglo XIX a la religión en la tarea de
estigmatizar y reprimir ciertas opciones sexuales: de ahí nace a finales
del XIX la categoría de homosexualidad como enfermedad, una de las
raíces de la homofobia del siglo XX. Los discursos médicos,
psiquiátricos, sociológicos, y de la ciencia en general deben abandonar
sus estrategias de segregación y dejar de señalar la homosexualidad como
algo específico, desviado, anormal o enfermizo.
- Desde los medios de comunicación: la radio, la
prensa, la televisión, transmiten continuamente imágenes y contenidos
homófobos. Por ejemplo, cuando hay un asesinato, si el asesino es gai,
se incluye este dato como relevante en el titular, si es heterosexual se
omite. Esa manera de dar una noticia es abiertamente homófoba, y
manipuladora. La radio y la televisión emiten chistes que hacen escarnio
y burla de lesbianas y gais, e introducen imágenes pintorescas para
ridiculizar a los homosexuales. Los profesionales de estos medios deben
comprometerse para abandonar ese tipo de prácticas homofóbicas.
- Desde los propios homosexales: gais y lesbianas
tenemos la responsabilidad de luchar contra la homofobia,
organizándonos, manifestándonos, saliendo del armario, perdiendo el
miedo, reivindicando nuestros derechos, denunciando las agresiones,
haciéndonos visibles para atacar a los homófobos, para que el resto de
la sociedad sepa que existimos y entienda que la lucha contra el
fascismo es una lucha de todos.
"Se llevaron a los gais, pero como yo no lo era, no me importó.
Ahora se me llevan a mí, pero ya es tarde"
Este es el verso que Brecht olvidó incluir en su poema.
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