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FUNDACION GLAIRIS |
Violencia contra la mujer
Violencia de pareja y violencia sexual contra la mujer
Datos y cifras
- La violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual- constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres.
- En un estudio multipaís de la OMS, el 15%-71% de las mujeres de 15 a 49 años refirieron haber sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja en algún momento de su vida.
- Estas formas de violencia pueden dar lugar a problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva y otros problemas de salud, y aumentar la vulnerabilidad al VIH.
- Entre los factores de riesgo de comisión de actos violentos cabe citar un bajo nivel de instrucción, el hecho de haber sufrido maltrato infantil o haber presenciado escenas de violencia en la familia, el uso nocivo del alcohol, actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de género.
- Entre los factores de riesgo de ser víctima de la pareja o de violencia sexual figuran un bajo nivel de instrucción, el hecho de haber presenciado escenas de violencia entre los progenitores, la exposición a maltrato durante la infancia, y actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de género.
- En entornos de ingresos altos, hay ciertos indicios de la eficacia de los programas escolares de prevención de la violencia de pareja (o violencia en el noviazgo) entre los jóvenes.
- En los entornos de ingresos bajos, aparecen como prometedoras otras estrategias de prevención primaria, como la microfinanciación unida a la formación en igualdad de género y las iniciativas comunitarias dirigidas contra la desigualdad de género o tendentes a mejorar la comunicación y las aptitudes para las relaciones interpersonales.
- Las situaciones de conflicto, posconflicto y desplazamiento pueden agravar la violencia y dar lugar a nuevas formas de violencia contra las mujeres.
Introducción
Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como
"todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como
resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive
las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de
libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada".
La violencia de pareja se refiere al
comportamiento de la pareja o ex pareja que causa daño físico, sexual o
psicológico, incluidas la agresión física, la coacción sexual, el
maltrato psicológico y las conductas de control.
La violencia sexual es cualquier acto sexual,
la tentativa de consumar un acto sexual u otro acto dirigido contra la
sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona,
independientemente de su relación con la víctima, en cualquier ámbito.
Comprende la violación, que se define como la penetración, mediante
coerción física o de otra índole, de la vagina o el ano con el pene,
otra parte del cuerpo o un objeto.
Alcance del problema
Las estimaciones más precisas de la prevalencia de la
violencia de pareja y la violencia sexual en entornos sin conflictos son
las proporcionadas por encuestas
poblacionales basadas en el testimonio de las víctimas. En un estudio
de la OMS sobre la salud de la mujer y la violencia doméstica contra la
mujer (WHO multi-country study on women’s health and domestic violence
against women) realizado en 10 países, en su mayoría en desarrollo, se
observó que en las mujeres de 15 a 49 años:
- entre el 15% de ellas en el Japón y el 70% en Etiopía y el Perú referían haber sufrido a lo largo de su vida violencia física o sexual perpetrada por su pareja;
- entre un 0,3% y un 11,5% referían haber sufrido violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja después de cumplidos 15 años;
- la primera experiencia sexual había sido forzada en muchos casos (17% en la Tanzanía rural, 24% en el Perú rural, y 30% en zonas rurales de Bangladesh).
La violencia de pareja y la violencia sexual son perpetradas
en su mayoría por hombres contra mujeres y niñas. El abuso sexual
infantil afecta a niños y niñas. En los estudios internacionales
realizados, aproximadamente el 20% de las mujeres y el 5%-10% de los
hombres refieren haber sido víctimas de violencia sexual en la infancia.
Los estudios poblacionales sobre la violencia en las
relaciones entre los jóvenes («violencia en el noviazgo») indican que
este problema afecta a una proporción considerable de la población
joven. Por ejemplo, en un estudio realizado en Sudáfrica entre personas
de 13 a 23 años, el 42% de las mujeres y el 38% de los hombres
refirieron haber sido víctimas de violencia física en el noviazgo.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo de violencia de pareja y violencia
sexual son de carácter individual, familiar, comunitario y social.
Algunos se asocian a la comisión de actos de violencia, otros a su
padecimiento, y otros a ambos. Entre los factores de riesgo de ambas,
violencia de pareja y violencia sexual, se encuentran los siguientes:
- un bajo nivel de instrucción (autores de violencia sexual y víctimas de violencia sexual);
- la exposición al maltrato infantil (autores y víctimas);
- la experiencia de violencia familiar (autores y víctimas);
- el trastorno de personalidad antisocial (autores);
- el uso nocivo del alcohol (autores y víctimas);
- el hecho de tener muchas parejas o de inspirar sospechas de infidelidad en la pareja (autores);
- las actitudes de aceptación de la violencia (autores y víctimas).
Entre los factores asociados específicamente a la violencia de pareja cabe citar:
- los antecedentes de violencia (autores y víctimas);
- la discordia e insatisfacción marital (autores y víctimas).
Y entre los factores asociados específicamente a la violencia sexual destacan:
- la creencia en el honor de la familia y la pureza sexual;
- las ideologías que consagran los privilegios sexuales del hombre, y
- la levedad de las sanciones legales contra los actos de violencia sexual.
La desigualdad de la mujer con respecto al hombre y el uso
normativo de la violencia para resolver los conflictos están
estrechamente asociados tanto a la violencia de pareja como a la
violencia sexual ejercida por cualquier persona.
Consecuencias para la salud
La violencia de pareja y la violencia sexual producen a las
víctimas supervivientes y a sus hijos graves problemas físicos,
psicológicos, sexuales y reproductivos a corto y a largo plazo, y tienen
un elevado costo económico y social.
- Entre los efectos en la salud física se encuentran las cefaleas, lumbalgias, dolores abdominales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud general. En algunos casos se producen traumatismos, a veces mortales.
- La violencia de pareja y la violencia sexual pueden ocasionar embarazos no deseados, abortos provocados, problemas ginecológicos, e infecciones de transmisión sexual, entre ellas la infección por VIH. La violencia de pareja durante el embarazo también aumenta la probabilidad de aborto espontáneo, muerte prenatal, parto prematuro y bajo peso al nacer.
- Estas formas de violencia pueden ser causa de depresión, trastorno de estrés postraumático, insomnio, trastornos alimentarios, sufrimiento emocional e intento de suicidio.
- La violencia sexual, sobre todo en la infancia, también puede incrementar el consumo de tabaco, alcohol y drogas, así como las prácticas sexuales de riesgo en fases posteriores de la vida. Asimismo se asocia a la comisión (en el hombre) y el padecimiento (en la mujer) de actos de violencia.
Repercusión en los niños
- Los niños que crecen en familias en las que hay violencia pueden sufrir diversos trastornos conductuales y emocionales. Estos trastornos pueden asociarse también a la comisión o el padecimiento de actos de violencia en fases posteriores de su vida.
- La violencia de pareja también se ha asociado a mayores tasas de mortalidad y morbilidad en los menores de 5 años (por ejemplo, por enfermedades diarreicas y malnutrición).
Costos sociales y económicos
Los costos sociales y económicos de este problema son enormes y
repercuten en toda la sociedad. Las mujeres pueden llegar a encontrarse
aisladas e incapacitadas para trabajar, perder su sueldo, dejar de
participar en actividades cotidianas y ver menguadas sus fuerzas para
cuidar de sí mismas y de sus hijos.
Prevención y respuesta
En la actualidad hay pocas intervenciones cuya eficacia se
haya demostrado mediante estudios bien diseñados. Son necesarios más
recursos para reforzar la prevención de la violencia de pareja y la
violencia sexual, sobre todo la prevención primaria, es decir, para
impedir que se produzca el primer episodio.
Respecto a la prevención primaria, hay algunos datos
correspondientes a países de ingresos altos que sugieren que los
programas escolares de prevención de la violencia en las relaciones de
noviazgo son eficaces. No obstante, todavía no se ha evaluado su posible
eficacia en entornos con recursos escasos. Otras estrategias de
prevención primaria que se han revelado prometedoras pero deberían ser
evaluadas más a fondo son por ejemplo las que combinan la
microfinanciación con la formación en materia de igualdad de género, las
que fomentan la comunicación y las relaciones interpersonales dentro de
la comunidad, las que reducen el acceso al alcohol y su uso nocivo, y
las que tratan de cambiar las normas culturales en materia de género.
Para propiciar cambios duraderos, es importante que se
promulguen leyes y se formulen políticas que protejan a la mujer; que
combatan la discriminación de la mujer y fomenten la igualdad de género,
y que ayuden a adoptar normas culturales más pacíficas.
Una respuesta adecuada del sector de la salud puede ser de
gran ayuda para la prevención de la violencia contra la mujer y la
respuesta consiguiente. La sensibilización y la formación de los
prestadores de servicios de salud y de otro tipo constituyen por tanto
otra estrategia importante. Para abordar de forma integral las
consecuencias de la violencia y las necesidades de las víctimas y
supervivientes se requiere una respuesta multisectorial.
TOMADO DE: OMS
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